Desde que Graciela Alfano comenzó a pasearse por los medios con su por entonces novio, Matías Alé, y Demi Moore se separó de Bruce Willis para luego casarse con Ashton Kutcher, ya nada fue lo mismo. La mujer mayor se lucía del brazo de un hombre más joven de manera pública, una actitud que siempre le había sido más cómoda al varón en las mismas circunstancias.

Las parejas desparejas de edad han existido siempre, pero para la mujer el estigma era pesado. Más allá de que aquellos romances no hayan perdurado en el tiempo y que a uno puedan caerle bien o no esas damas, no se puede negar que sentaron precedente.

Llevado al terreno de la ficción, y más precisamente a la televisión, es interesante ver cómo la mayoría de los programas que están al aire en este momento han adoptado este tipo de parejas, formadas por personas nacidas en distintas épocas y unidas por diversos motivos. Si bien la dupla principal suele estar planteada en términos de convencionalismos, los creadores se permiten ciertas licencias a la hora de encajar a los personajes secundarios.

Amor sin edad

Es así que mientras Nancy Dupláa y Daniel Hendler van y vienen, y se miran con ganas en Graduados, en un rincón un poco más apartado, un maduro Juan Leyrado corteja sin vergüenza a una mucho más joven Isabel Macedo, que casualmente fue compañera del colegio de su hija. Ella por ahora le dice que no, pero el rechazo no hace más que alimentar el apetito de él.

Más tarde y por el mismo canal, en Dulce amor, un cuarentón Juan Darthés se muere de amor por su jefa, a quien lleva y trae de acá para allá en auto. La chica es Calu Rivero, de sólo 24 años, a quien le brillan los ojos y se le dibuja una sonrisa cada vez que se acerca el chofer. El amor recién comienza, a escondidas del resto, y con separación confirmada de la esposa. No vaya a ser.

Con un poco más de audacia y atrevimiento, los personajes de Lobo le hacen honor al nombre de la novela y se muestran más bestiales a la hora de elegir compañía. Mientras Gonzalo Heredia se debate en la difícil tarea de elegir entre Luisana Lopilato y Vanesa González, además de comprar camisas nuevas para reemplazar las que se le rompen cuando se convierte en el lobisón, el resto de los personajes se comporta cuál animales en celo.

Por un lado, un cincuentón platinado Osvaldo Laport que a la hora de explayar el arte amatorio se muestra más predatorio que el principal protagonista. Su objetivo es el personaje de Laura Azcurra, que acaba de cumplir 31. A ellos no los une el amor, sino el interés. Ella es ambiciosa y él la utiliza para espiar a su sobrino. El resultado es una de las combinaciones más candentes que se puede ver en horario de protección al menor.

Pero ellos no son los únicos en desafiar la diferencia de edad. En otra habitación, acecha capaz la más osada de todas: Viviana Saccone acaba de quedar viuda y aunque ya había sacado chispas con Laport, ahora seduce al hijo de su marido muerto. También movida por interés, Saccone se ha convertido en una verdadera loba y no teme llevarse a la cama al cachorro.

Si de elegir se tratara, la cosa se pone difícil. Por un lado, el amor tierno, platónico e inocente que propone Dulce amor. Por otro, las ambivalencias de sentimientos con el toque cómico y nostálgico de Graduados. En la orilla del frente, lo feroz, candente y dramático de Lobo. El espectador tendrá siempre el poder de escoger lo que más le guste. Pero cómo no se trata de elegir, queda también la opción de poder disfrutarlos a todos.
vos.lavoz.com.ar, 01/04/2012