ASSIST CARD acompañará a Facundo Arana en su regreso por conquistar el Everest (Nepal, 8.848 m). Esta vez, escalará acompañado por ASSIST CARD.

El próximo jueves 7 de abril, Facundo regresa al Everest, hazaña que tiene pendiente desde 2012, y que debido a un problema de salud tuvo que abandonar.

Su empeño en volver a intentarlo, en no darse por vencido , en enfrentar y dominar sus miedos, su audacia, su tenacidad, su optimismo, su amor por ayudar y su espíritu inquieto son valores que compartimos y por eso lo elegimos como embajador y lo proponemos como ejemplo de vida.

Como parte de su entrenamiento y preparación, Facundo hizo cumbre en el Aconcagua el pasado mes de marzo (Argentina, 6.962 m) esta vez acompañado por ASSIST CARD. “El Aconcagua me sirvió para probarme, fue mi tercera cumbre y me siento listo para esta nueva experiencia. Con ASSIST CARD me animo a regresar al Everest.” señaló.

“ASSIST CARD EXTREME” fue presentado en un evento en el que participó Alexia Keglevich, CEO Global de ASSIST CARD junto al flamante embajador, a días de emprender el viaje más extremo de su vida.

Solo, al borde de la muerte, a su suerte, en un país muy lejos de casa, así se sintió Facundo Arana, en 2012, cuando un edema cerebro pulmonar lo recluyó en un hospital de Nepal, sin compañía alguna, luego de soñar con subir al monte más alto del mundo, el Everest. Su aventura ideal había durado sólo 10 días de caminata hacia el campamento base, pero su salud lo obligó a autoevacuarse en helicóptero. Hoy, ese objetivo, de 8850 metros de altura sobre el nivel del mar, es el que entusiasma el actor en cada palabra al contar la novedad: volverá a viajar al Himalaya, por la revancha.

En el coqueto bar sobre la calle Figueroa Alcorta, Facundo habló con LA NACION sobre sus razones para animarse a volver, cómo se entrenó y cuál fue la reacción de su mujer, María Susini, ante la propuesta del viaje que lo alejará de su familia por dos meses.

-En 2012, estuviste en peligro, ¿cómo resurgen tus ganas de subir al Everest?

-Tiene que ver con una cuestión muy personal que es no quedarme con la sensación de ir a un lugar a pasarla bien y que mi recuerdo sea que me tuve que bajar evacuado en helicóptero y solo. Ahora quiero que la cima sea volver al Everest. Después de eso, el mejor programa va a ser volver bien a mi casa. Son dos meses que voy a estar lejos de acá.

-En su momento la pasaste mal, ¿te quedó algún miedo de esa experiencia?

-Miedo no tengo. Estoy yendo con todo un equipo de profesionales, hay un médico y expertos en montaña. Yo no voy como profesional, pero ahora me siento más seguro. En 2012, me dijeron que tenía que tener una compañía de rescate y yo contraté una de los Estados Unidos, el folleto era increíble. Cuando me agarró el edema pulmonar, en campamento base, los llamé y me dijeron: "Usted tiene un edema, sabe que tiene bajar. Baje". Llamé solo a un helicóptero y me autoevacué. Cuando bajé y me agarró el edema cerebro pulmonar, me dejaron a gamba, no vinieron a buscarme y yo tenía 24 horas para que ese edema no me convirtiese en un chico muerto. Entonces, ahora voy con una compañía de asistencia que ya se ocupó de saber por dónde voy a subir, con quién voy y planificaron la logística por si pasa algo que no espero. Porque, justamente, cuando te vas de viaje a hacer algo de deporte, no te vas pensando en que te va a pasar algo.
-¿Tu familia cómo tomó tu decisión? ¿Tu mujer está tranquila, tus hijos?

-Ahora sí y el primer sí fue el de mi familia. Porque, además, la compañía que me respalda pidió el teléfono de mi mujer y mis papás para ir informándolos sobre cómo voy en el trayecto. Están muy contentos.

-Después del edema pulmonar que tuviste, ¿cómo está tu salud?

-Bien, pasados dos años el organismo se estabiliza y estoy como cualquier otra persona.

-¿Cómo te preparaste físicamente para volver al Everest?

-Subí al Aconcagua. También estuve entrenando con un hipóxico que es una máquina que te quita oxígeno y simula las condiciones de altitud elevada. Además, me entrené mucho. Yo cometí varios errores en su momento y ahora me preparé.
-¿Qué se aprende en este tipo de viajes, qué te enseña la montaña?

-La montaña es un viaje de introspección, es encontrarte con vos mismo, es valorar mucho las cosas. Es lo que te gusta. No se puede explicar que es esto de ir a un lugar lleno de polvo y de piedritas, en donde vas a estar caminando durante dos meses y sometiéndote a la altura. No lo podés explicar, pero cuando te bajás estás pensando todo el tiempo en volver. Y cuando lo contás te pasa esto que te pasa -se mira los brazos- es una cosa física que no se puede explicar.

Pero esto que estoy presentando y convocando hoy es porque en 2011 hubo un montañista que es referente, Nacho Lucero, y que tuvo un quilombo gigante porque estaba en los Himalaya cuando se infartó en la altura y se evacuó. Tuvo una historia de superviviencia inmensa, pero después hubo que traerlo, moribundo y sacarlo de allá y Assist Card lo hizo de oficio. Ahora la empresa va a dedicarse a hacer profesionalmente lo que hizo de oficio en 2011. A mí eso no me lo contó nadie, yo lo vi. Yo me lo encontré en el Aconcagua, a dónde fui a entrenar después de su accidente y del mío, nos cruzamos y nos pusimos a llorar como chicos porque los dos la habíamos pasado mal.
-¿Vas a hacer el mismo recorrido que en 2012?

-Yo ahora estoy yendo por China, por Tibet, por la ruta que hicieron en 1924 George Mallory y Andrew Irvine, ese fue el primer intento de escalar el Everest. Lo bueno es no estar expuesto al glaciar del Khumbu, la pochoclera, ni a caminar por el valle del silencio que tenés la ladera del Everest y del Lhotse que descargan ahí. Si hay una avalancha descarga ahí. Ya hubo una tragedia el año anterior, una por el sismo y la otra por la avalancha.

-¿Vas a registrar el día a día desde las redes sociales como hiciste en tu primera visita al Everest? Además hubo un especial de Telefé...

-Yo tengo varias redes sociales, voy a ver qué se puede hacer desde China, pero tengo varias opciones para contar qué va pasando.

-Cambiando de tema, ¿cuáles son tus proyectos laborales a futuro?

-Estoy presentando el clip de lo que va a ser mi segundo disco. Es un bluesazo divino. Estoy muy malcriado. Muy mimado por mi mujer en casa, por los que me quieren y por el público que tengo.

-¿En tele, en teatro?

-Primero está el Everest y después lo que venga. Yo hago todo así, al extremo, con pasión, así que será todo bienvenido.

Fue uno de los protagonistas de las novelas más importantes del país y hasta trascendió fronteras logrando reconocimiento, y furor, en Rusia. Historia de un movedizo nato y de un conquistador inagotable.

Jueves por la noche. Del otro lado del obelisco, en dirección a Corrientes, el Teatro Tabarís, con su marquesina brillante, alumbraparte de la avenida con una foto enorme de su cara en primer plano. En una sala íntima del que supo ser el cabaret Royal Pigall en otras épocas, la sala del subsuelo invita a meterse en un estudio de radio improvisado en un teatro de pueblo que será destruido en pocas horas para construir un estacionamiento.

Marcos, interpretado por Facundo, logra la fantasía junto con l público real presente. Una travesía donde se van sumando muchos personajes en el camino. Un bombero, una bailarina alemana y un anciano que se entrelazan con música que sale de su saxo. Un cuerpo como herramienta de energía pura y en movimiento continuo, una oda a la vitalidad junto con un esfuerzo actoral que se plasma en su camiseta mojada, que luce como una medalla de oro frente al aplauso final.

Dice que este unipersonal, que ya lleva tres años desde su estreno, ha sido uno de los tantos sueños cumplidos. Y esa palabra, sueño, la que usará y repetirá con gusto para describir su vida familiar, su propia historia personal y sus conquistas artísticas, es el latido que marca cada paso de este hombre singular que dice saber mirar de frente con los ojos bien abiertos.

La obra está muy viva y ya lleva un recorrido interesante por varios lados. ¿Qué cosas fueron sucediendo durante ese período?
Estrené en San Luis y después hice inmediatamente una gira por Patagonia hasta Puerto Deseado, después estuve en temporada en Mar del Plata y luego fui haciendo funciones esporádicas a beneficio.

Sucedieron muchas cosas mágicas porque la obra permite esa magia, como, por ejemplo, reabrir un Teatro en Colón. Un espacio recuperado donde estaba todo el pueblo presente para su reapertura.

La información llegaba y sigue llegando cuando uno hace algo así.

¿Cómo elegís los lugares que visitás?
Vamos a lugares que nos gustan, pero primordialmente me gusta tejer el país. Por trabajo o por inquietud personal, en moto o auto, amo recorrer, conocer y aprender.

¿Te gustaría hacer giras con toda tu familia?
Los chicos ahora van a empezar a tener edad como para poder hacerlo. Y por supuesto que me animo a enganchar un carromato atrás y llevarlos a recorrer todos los lugares. Es una obra que es un jengibre, hacerla es precioso.

¿Qué sensaciones te despierta?
Siento que hacer este unipersonal fue concretar un deseo que yo tenía ganas de realizar. Para mí no es un miedo estar solo porque yo sé que no tengo la presión o responsabilidad que puede sentir un médico cuando tiene que operar a un chico, mi responsabilidad arriba del escenario es entretener.

Es muy lúdico esto, es algo puro para la gente que viene a que le cuenten una historia. No pretendo nada más, ni nada menos que eso. Lograrlo es tremendamente importante porque yo me rompo el alma. Cuando termino, parece que estuve metido en una bañadera y salí. Se puede ver que dejo mi vida ahí.

Después me voy con una sensación de vacío muy fuerte que solo se puede llenar con oxígeno.

¿Cómo es el regreso a tu casa luego de la función?
A veces en auto y, si hace calor, vengo en moto. Mi casco tiene música y vuelvo manejando a ochenta, tranquilo, disfrutando la ruta, bajando revoluciones.

¿Qué significa para vos ser artista?
El mundo se ha vuelto muy mercantilista. Mientras nosotros estamos acá hablando, enfrente está Daniel con sus tres hijos durmiendo en la calle, que los podés ver cuando pasás. Para mí es haber soñado que, tal vez, mi sueño era ese y me agarré de eso. Yo no me agarro de realidades, me agarro de sueños y eso para mí es invencible. Ya siento que, después de eso, no puedo lograr más.

De forma inesperada, como aparecen casi todas las enfermedades, Facundo estaba terminando el quinto año del colegio bilingüe Moorlans en Tortuguitas cuando contrajo cáncer a los diecisiete años. Una biopsia determinó un linfoma que afecta a los ganglios linfáticos del cuerpo.

Luego del miedo y el enojo, aparecieron sus ganas de aferrarse a la vida y, finalmente, luego de su cura, la resiliencia. Esa fuerza interior que permite transformar la adversidad en fortaleza. Esa experiencia dejó huellas, enseñanzas y también un gran compromiso solidario que lo transformó en un comunicador activo que abraza causas sociales como la donación de órganos.

¿Qué recordás de tu enfermedad?
Era muy chico y no había una gran conciencia. Hablaba de la muerte de la posibilidad de morirme con la misma simpleza que hacía un dibujo. De a poco me revuelco en eso.

Considero que golpes de todo tipo y forma te pueden hacer caer, pero también no es solo la enfermedad lo que te noquea. Hay muchas maneras de recibir un golpe que te marca para siempre.

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