Hija de un banquero y de una psicoterapeuta, Helena Bonham Carter (44) debutó como actriz en televisión en 1983. Luego saltó a la pantalla grande con los films Un amor en Florencia, La mansión Howard y Las alas de la paloma, papel por el que fue nominada a los premios Oscar y al Globo de Oro. Además, participó en tres películas de la saga Harry Potter y en Alicia en el país de las maravillas, dirigida por Tim Burton, su actual marido y padre de sus hijos Billy (7) y Nell (3). Actualmente, brilla por su papel de la Reina Madre Elizabeth de Gran Bretaña en la película El discurso del Rey y es la gran candidata a quedarse con la estatuilla dorada en la próxima entrega de los Oscar.

“En general, se tiene una imagen de la Reina Madre como una mujer anciana, pero yo la interpreto en sus años de juventud, desde 1925 hasta 1939. Ella es quien encuentra al terapeuta que trata a su marido, el rey George VI, para curar su tartamudez. Aunque no sólo se trata de vencer ese problema; también apunta al descubrimiento de la autoestima y de la seguridad en sí mismo para convertirse en Rey”, cuenta Helena.

–¿Fue difícil interpretar a un personaje histórico?

–Siempre es complejo interpretar a un personaje histórico. Es una responsabilidad, y hay que ser respetuosa. Dicho esto, creo que hice a una reina bastante categórica. Ella tenía una apariencia muy dulce y suave, pero, en el fondo, su personalidad era distinta, y yo quise interpretar esa dualidad.

–¿Cómo era la relación entre Elizabeth y su esposo?

–Mucha gente dice que él jamás habría sido Rey si ella no hubiera sido su Reina y esposa. La seguridad que le faltaba a George VI se la daba ella. Era una relación muy fructífera y conmovedora. El mensaje de esa pareja es que es posible ayudar profundamente a una persona, aunque esa persona esté totalmente desesperanzada.

–¿Cómo fue trabajar con Colin Firth (George VI) y con Geoffrey Rush (Lionel Logue)?

–Colin me resultó innatamente conmovedor, y sabía que una parte de mi trabajo, la de sentir compasión por mi esposo, iba a resultarme muy fácil con sólo observarlo. Geoffrey es un payaso, inesperado, un tipo pintoresco, ágil, gracioso y triste a la vez, puede hacer de todo en un segundo. El problema es que ambos se la pasaron charlando y, por momentos, era difícil concentrarse. Es extraño, porque cuando las cámaras se encendían, a Colin le costaba hablar, pero cuando se apagaban, hablaba hasta por los codos. Son dos tipos increíbles que deberían tener su propio programa de televisión.

–¿Y cómo resultó su experiencia con el director del film, Tom Hooper?

–Tom me propuso participar de la película muchas veces, y yo demoré en darle el sí. La última vez, estaba filmando Harry Potter y yo le decía: “Tom, además de mi trabajo, tengo dos hijos, y alguna vez tengo que verlos”, pero no aceptó un no como respuesta. No pude salirme por la tangente, porque Tom tiene tal grado de concentración y es tan obstinado que, una vez que se le mete una idea, es imposible sacársela de la cabeza.